Esta exposición de Paulina Zen nace del silencio que impone la creación. Las obras captan la atención de la mirada contemplativa y así, nos detenemos ante ellas para desentrañar la potente subjetividad que les dio origen.

Sucesivos pasos técnicos como ser capas de tinta de impresión y la adhesión de impresos se unifican a partir de la aplicación del color. Nada quedó del soporte fotográfico del cual partió, más bien se transformó en una imagen propia y original.

 La preponderancia vertical en algunas imágenes eleva la mirada y en otras, cede ante la aparición de una estructura circular que se recorta contra el cielo.  Esta serie de vistas urbanas son partes de construcciones que le permitieron a Paulina proponer un nuevo acercamiento. Su hacer artístico se impone frente a los muros conocidos y a los hierros de construcción.  Ella promueve la atención profunda al convertir lo que se ve, en ideas plásticas.   

Los diferentes elementos que se distribuyen en la obra se ponen en evidencia en una segunda mirada. Podemos reconocer el Teatro Colón al revés o el Palacio Salvo de Montevideo. La obra se abre a una posibilidad interpretativa, participando tanto desde situaciones reconocibles como aparentes.

De la fuerza ascendente del espacio urbano surgieron nuevas asociaciones. Comenzó así a desarrollar una serie donde destacó la presencia del paisaje y su horizontalidad.

No parte de la tela en blanco, sino de intervenciones energéticas, manchas y texturas que dieron lugar a una nueva imagen. Lo que emerge le permite desarrollar apariciones sugerentes. Ahora son líneas las que acompañan la realidad del paisaje imaginado.

Paulina Zen no se miente. Puede recordar el color que surgió dentro de un bosque de Lengas o jerarquizar un cielo enigmático, pleno de inquietudes amenazantes. Como artista busca revelar su verdad plástica.